De enero y sus retos invisibles

“El retrato que emerge es el de un país altamente fragmentado en las condiciones propicias para el desarrollo humano y una vida digna”.

Estado de la Nación, 2023.

En mi casa nunca faltó la comida, ni el trabajo. Estas dos cosas nunca las olvido. Siempre alcanzó para untarle algo a la piña del pan y mis tíos-as iban a trabajar todos los días. En Navidad, tuve bicicleta, y en enero íbamos de paseo a Ojo de Agua. Claro, viajábamos en transporte público y con sanguiches; pero había para el pasaje de bus de toda la pelota. Nadie se quedaba por fuera. Mi familia tuvo una exitosa movilidad social. Aunque mi abu apenas leía, mis primos y yo nos egresamos de posgrados.

La Costa Rica de ese momento no es ni la sombra de la actual, y la famosa «cuesta de enero», se ha convertido en un acantilado. Se entra con un congelamiento salarial para sectores de trabajadores-as tan fundamentales para el funcionamiento del país, como son los cuerpos policiales, mientras las compañías de electricidad anuncian incrementos en sus tarifas. Hace unos días me contaba un colega que el kilo de pollo andaba en 7.000 colones. Con algo de esperanza ingenua, el dependiente del super le dijo: «¿Lo va a llevar o se espera? porque tal vez mañana amanezca más barato»…………¡Ajá!

Entonces, yo pregunto: ¿Cómo hace la señora trabajadora doméstica, madre autónoma, con tres hijos-as y con una jornada de medio tiempo, pagar su alquiler, comprar el diario*,sacar para los uniformes de la escuela, las meriendas y los pasajes del bus? Simplemente no le puede hacer frente. Para ella y su familia, cada mes es «cuesta de enero». Así, se refleja en el nivel macro en los indicadores alarmantes del recién publicado Informe del Estado de la Nación:

«…un 13,3% de los hogares se sitúa muy cerca del límite de la pobreza, lo cual habla de condiciones de vida vulnerables. Este grupo está compuesto por más de 230.000 hogares que lograron entrar al 2023 fuera del porcentaje de pobreza en el país, pero en condiciones que no se diferencian demasiado. Esa es la mayor cifra absoluta que se registra desde el año 2010, aunque en porcentaje solo lo supera el año más duro de la pandemia.»

Murillo, Universidad 2023.

El problema de la pobreza incide directamente en otros escenarios de nuestra Costa Rica, como el aumento de la criminalidad y el alto endeudamiento de la población. Incluso, incide en los niveles de frustración, desesperanza, malnutrición y expectativa de vida. Para algunes, esta situación es crítica. Yo, en lo personal, me siento sumamente agobiada, y eso que no tengo «cuesta de enero». A mí me alcanza para vivir y darme mis «gustos» -los cuales deberían ser derechos básicos: esparcimiento, alimentación saludable y descanso. Claro, el año pasado viví con el corte de la tarjeta de crédito como marcapasos, y eso que mi núcleo familiar somos únicamente dos felinos y yo.

Alguna mente menos abrumada que la mía dirá que no existe tal problema. Probablemente señalaría que todo se debe a una falta de planificación. Pensaría que no hay «cuesta de enero», ni mucho menos acantilado. Proclamaría a los cuatro vientos que se trata de un asunto de matemáticas y mala planificación financiera. Lo cual me lleva a un segundo punto de reflexión, el cual también advierte el Estado de la Nación: la desigualdad. Porque el asunto no es la pobreza en sí misma, sino la desigualdad, por cuanto ésta escinde a la sociedad en «breteadores» y «parias»; en «saludables financieramente» y «despilfarradores». Yo más bien pienso que la desigualdad exhibe atributos como el egoísmo y el oportunismo, los cuales lamentablemente son muy comunes en nuestro sistema social.

«Por un lado, la mayoría de la población que depende de empleos de sectores a los que se le aplica todos los impuestos o de trabajos informales; por otro, una minoría laboral asociada a inversiones extranjeras en negocios que en los últimos cinco años han crecido 11% como promedio, sin que la pandemia haya siquiera incomodado en sus ganancias.» 

Idem.

Por otro lado, para una minoria VIP, su Costa Rica camina viento en pompa. Sus arcas están repletas y el problema de la criminalidad lo «subsanan» con barrotes muy altos en sus propiedades, segregación física y muchas casetillas de peajes. Dejo de lado mencionar otros atributos que además posee este reducido núcleo de ticos-as, como son algunos muy antiguamente citados: avaricia y etcétera, porque sino nunca termino de escribir. Entonces, en palabras del Estado de la Nación, la cosa pinta así:

«Los investigadores concluyeron que el 1% de la población, los más ricos, reciben como un todo una cantidad de ingresos que supera al que recibe en conjunto el 50% de la población ubicada en la parte más baja de la escala de riqueza que, además, evidencia una tendencia de deterioro desde el 2005».

Idem.

Es tan grave el asunto que incluso el Editorial de uno de los medios de comunicación más conservadores de nuestro país lo escribía el pasado diciembre. Nuestra niñez hereda la pobreza; por más esfuerzo que haga, no va a escalar el acantilado. Y no se refiere al de enero, sino al de la cotidianidad. Mes a mes, día a día, niños y niñas que crecen con la panza vacía y más propensos a que la planificación financiera les importe, como digo, yo una hectárea de zanahorias ¿Cómo planificar para el futuro, sino alcanza para el mediodía?

«Unos 456.000 niños y adolescentes viven en hogares en condición de pobreza o pobreza extrema. Corren el riesgo de mantenerse en esa situación el resto de sus vidas sin la intervención de políticas estatales capaces de romper el círculo de miseria identificado por infinidad de estudios».

«En la temprana infancia, la educación preescolar y los cruciales primeros años de primaria se echan las bases del éxito educativo futuro. Pasadas esas oportunidades, es difícil recuperar el terreno perdido en cognición, psicomotricidad, lenguaje, habilidades socioemocionales y de comunicación. Ese es justamente el momento de intervenir con políticas sociales aptas para compensar las carencias familiares».

LN, 17 de diciembre 2023

Claro, con políticas sociales que se ajusten a las realidades. Sin embargo, nuestras políticas sociales han sido cercenadas para el pago de los intereses de la deuda. Y no es que se paga la deuda con lo que se le quita a esta niñez. No, ni tan siquiera estamos cerca. Los intereses de la deuda pública costarricense sumaron al cierre del 2022: Un billón 886 mil 968 millones de colones (₡ 1.886.968.000.000) Es decir, que ni cosquillas se le hace.

Así que me pregunto: ¿A quién le pagamos esos intereses? ¿Quiénes son nuestros acreedores? ¿Por qué se estanca la inversión social? o más aún ¿Por qué seguimos adquiriendo deuda tras deuda? ¿Por qué es que pocas personas se atreven a denunciar la irrupción -ya bastante obvia- del narcotráfico en nuestra economía micro y macro, en nuestra institucionalidad? O a lo mejor lo de los narcodólares y narcofamilias sea producto de nuestra imaginación. La pregunta de oro: ¿Quién gana y engrosa sus bolsillos con el deterioro social, cultural y económico de nuestro país? Les invito a buscar las respuestas. Están ahí en nuestras narices.

Además, lo que no dice el editorial antes mencionado, es que el Estado lo componemos todos los estratos de la sociedad; y cada estrato socioeconómico debe aportar según sea su ingreso. Cada persona trabajadora, empresaria o, emprendedora debe dar su grano, construir en su espacio de metro cuadrado. No podemos pretender que el dinero para políticas públicas caerá como maná del cielo. Ni tampoco se vale volvernos aporofóbicos para sacudir nuestra responsabilidad. Debemos asumir, que en nuestra Costa Rica, hace rato no se camina en equidad. No por algo se nos conoce como un paraíso fiscal donde a la evasión y a la elusión fiscal pocos se animan a cuestionarla. 

Para concluir, les invito a reflexionar este enero y pensar en sus vecinos y vecinas, más allá de sus metas personales 2024. Abrir los ojos y darse cuenta que, en Costa Rica, no somos igualiticos. Si ustedes pueden crear sobres de ahorro, enhorabuena, mas tengan presente todo el resto de este 2024, la creciente desigualdad. Mientras muchas personas cuentan las monedas para montarse al bus y se van a dormir con la panza vacía -y estoy segura que no se debe a su mala planificación financiera o a sus nulas inversiones en la bolsa, unos muy pocos, tan solo un 1%, consideran la «cuesta de enero» como una ridícula invención de pésimo gusto. Y es aquí donde todo el asunto cobra sentido.

Lecturas sugeridas:

Informe Estado de la Nación 2023

Desigualdad social se agrava ante débil respuesta estatal, muestra Estado de la Nación

Oportunidades perdidas

Un billón 886 mil 968 millones de cólones

*diario. m. Artículos de consumo doméstico que
corresponden a un día, pero. por extensión, los
destinados al consumo de una semana. Como los
trabajadores rurales y obreros reciben el salario
semanalmente. el sábado suelen comprar el diario
para una semana. /! 2. adv. Diariamente. a diario.

Diccionario de Costarriqueñismos.

¡¿Y los cuidados pa’cuando?!

Mejorando las condiciones de trabajo, y sobre todo en la economía del cuidado, estamos nutriendo el pilar fundacional de nuestro éxito como especie y de una forma bastante tangible

A Karine por la perseverancia.

La semana pasada se aprobó en primer debate en Tiquicia el proyecto de ley (Expediente 21 182) que propone las jornadas de trabajo excepcionales o el llamado 4×3. Según una política de turno, este cambio al horario laboral es «adicional y voluntario». ¡Bah! ¡Claro! cómo si las mujeres trabajadoras pudieran permitirse ambos adjetivos. La propuesta en cuestión no solamente ultraja conquistas laborales centenarias, sino que olvida el motor central de la sociedad: La Economía del Cuidado. Esa economía invisible de la cual se saca provecho en detrimento del bienestar de quienes la sostienen: mujeres madres, abuelas madres, tías madres, cuidadoras, mujeres autónomas.

La sociedad del cuidado prioriza la sostenibilidad de la vida, articulando cuidados de las personas y del planeta. Es un camino para revertir la desigualdad social y de género en forma sinérgica con la dimensión ambiental y el desarrollo económico. Contrarresta la precarización de los cuidados y visibiliza los efectos multiplicadores de la economía del cuidado.

Naciones Unidas.

La economía de los cuidados descrita en la cita anterior vendría a subsanar la gran mayoría de los problemas actuales del universo mundial -como dice una querida amiga. No obstante, como bien lo consigna la OIT ( Organización Internacional del Trabajo), su esfera se caracteriza por alta precarización laboral, carencias amplias de protección social, riesgos físicos, mentales e incluso sexuales. Entonces, si le sumamos que ahora en CR algunas personas empleadoras van a plantear jornadas de 12 horas diarias de trabajo durante 4 días a la semana con 3 días de descanso, como una «opción» para sus trabajadoras, me pregunto a qué hora podrá está mujer cuidar su hogar y su núcleo familiar.

Porque nos guste admitirlo o no, en el gran porcentaje de las casas costarricenses, son las mujeres quienes cuidan desde la limpieza del piso, las ventanas y la vajilla, hasta los resfríos y diarreas de sus hijes, nietes, sobrines, conyugues. Son además, las que hacen las cuentas para llegar a fin de mes – y eso que según el Presi la inflación bajó y favorece el bolsillo de la clase trabajadora – y las que, si de forma ambiciosa o por necesidad o por gusto o superación personal deciden estudiar, ahora deberán sumar una tercera jornada a sus días de tan solo 24 horas. Aunque tal vez soy dramática y olvido que en CR el tráfico es kinestéticamente ágil o bueno, no recordaba que las mujeres se pueden teletransportar de su trabajo a la casa y viceversa.

Foto por Linoca Souza

Desde niña he tenido la fortuna de aprender sobre derechos laborales y siempre he recordado lo que conmemoramos los #1mayo: La conquista de 8×3 = 8 horas para trabajar, 8 para recrearse y 8 para descansar. Incluso firmemente creo que debemos luchar por tener más tiempo de ocio, para propiciar la creatividad y porque aunque no se reconozca en este sistema altamente productivo, el ocio es un derecho humano básico. Así, deberíamos entonces estar emulando al famoso Primer Mundo (!¿?!) y que nuestra batalla sea por jornadas laborales más cortas como en los Países Bajos (32,4 horas) Austria (33,7 horas), Noruega (34,1 horas), Dinamarca y Alemania (ambas con 34,6 horas) Incluso emular a Chile, país que recientemente bajó de 45 a 40 horas semanales (Universidad,2023) ¡Eso sí con la misma remuneración!

Lo anterior no solamente mejorará el bienestar de las trabajadoras del cuidado, sino que refrescará mental, física y emocionalmente a las personas. Esto permitirá respirar al sistema cultural, social y ecológicamente hablando. Mejorando las condiciones de trabajo, y sobre todo en la economía del cuidado, estamos nutriendo el pilar fundacional de nuestro éxito como especie y lo hacemos de una forma bastante tangible. Para muestra un botón:

Universalizar las licencias para el cuidado de niños y niñas, las interrupciones para la lactancia, los servicios de cuido infantil en América Latina y el Caribe, entre ellos Costa Rica, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, generaría unos 25,8 millones de nuevos empleos directos e indirectos.

De estos nuevos trabajos, se proyecta que 9 de cada 10 serían formales y alrededor de 8 de cada 10 los ocuparían mujeres. Así lo proyectó la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en su nuevo estudio “Los cuidados en el trabajo en América Latina y el Caribe: Invertir en licencias y servicios de cuidados para una mayor igualdad en el mundo del trabajo”.

Semanario Universidad,2022.

Por tanto, tengo un poco de esperanza en que el proyecto 4×3 sea repensando por Sala 4 y por las personas diputadas antes de su votación en segundo debate. Tengo más esperanza en la movilización social para evitar su aprobación. Y mucha más en quienes sí tenemos el chance en nuestra agenda diaria de salir a marchar. Luchemos entonces para que los cuidados sean prioritarios y remunerados de forma justa y universal. ¡No al 4×3!

Lecturas sugeridas:

https://revistapesquisa.fapesp.br/es/la-economia-del-cuidar/

https://semanariouniversidad.com/pais/invertir-en-economia-del-cuidado-generaria-258-millones-de-empleos-en-america-latina/

https://delfino.cr/2023/06/defensoria-de-los-habitantes-sobre-proyecto-de-jornadas-4×3-es-un-retroceso-en-los-derechos-laborales

La clarividencia de nuestras palabras

A Gabo por hacerme aterrizar siempre con ternura.

«La palabra crea objetos» leí por ahí y me parece una frase poderosa. La interpreto como ese power que tiene la producción del lenguaje. Seamos relativistas o universalistas, existen articulaciones profundamente interesantes donde transitan nuestros deseos y miedos, y que al verbalizarlos cobran vida. Al enunciar construimos y con ello comunicamos. No obstante, considero – al menos en mi caso – que he subvalorado lo que comunican mis palabras. No siempre, pero he descuidado estar atenta y aquí nace este mosaico.

No me había percatado de cuan whiny– Jamás había escrito esta palabra en inglés – he sido en muchas ocasiones. Sé que es usual hacerlo y no es del todo insano hacerlo. Lo que ocurre es que si no se presta atención al uso recurrente de adjetivos de connotación negativa, los cuales utilizamos para referirnos a una situación o persona, estamos transmitiendo a nuestro receptor toda una bolsa cargada de nuestros quejidos y solo tal vez la cargamos una vez más en nuestros hombros.

A ver explico. Hay situaciones y personas en la vida que no nos son tan placenteras. – Yo no soy placentera para muchas/muchos. ¡Y está bien!, sin embargo, al estar verbalizando nuestro malestar constantemente en forma de quejido -eso sí, no me refiero a conversaciones asertivas- únicamente estamos creando objetos oscuros y pesados, los cuales nos continuan envolviendo en esa insatisfacción e incluso hará sentir – con bastante acierto – a nuestros receptores cuan infelices somos. Y sí tal vez nos sentimos así, mas pudiera ser que estemos obviando los soles que de cuando en cuando se asoman.

Dice una amiga muy sabia «que todo es actitud» y tiene toda la jeta llena de razón, como decimos en Tiquicia. No se trata tampoco de andar todo el tiempo como Ned Flanders en modo: «¡Lindo lunes!» «¡Feliz martes!» Pero sí de prestar toda la atención a escuchar nuestras palabras antes de verbalizarlas. Estas palabras permean nuestro imaginario y construyen en otros nuestras percepciones.

Si la palabra crea objetos, entonces nuestras palabras crean de cierta forma una realidad, y si estamos en un momento de la vida, durante el cual nos sentimos frustrados, desanimados, surge una oportunidad de sentarnos a escucharnos. – ¡Ojo! que no me refiero a personas que estén deprimidas. Eso es un asunto muy complejo. – Me refiero a examinar cualés adjetivos y expresiones usamos y por qué las escogemos.

Al entrenarse en un idioma, una habilidad es la elección de palabra, la tan usada w.c. en los examenes de inglés. ¿¡Qué tal sí lo aplicamos a nuestra cotidianidad!? Son miles de palabras en cada idioma. Millones de combinaciones posibles. Así que parte del aprendizaje, será escucharse antes de elegir una palabra. – Y yo tan apresurada para hablar, deberé esforzarme. Ahí está el reto, evitar generalizaciones, evitar quejidos recurrentes que son en muchos casos verborrea de una sociedad que no hace pausas, y donde se escupen palabras sin prestar atención al poder que éstas engendran. Este es el ejercicio sencillo que les propongo: hacer uso de la clarividencia de nuestras palabras.

La gentil magia del esfuerzo

2. m. Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades.

Para M.

La segunda acepción del verbo «Esforzar» en el DRAE se ajusta a mi sentir. Me hace recordar a personajes como Forrest Gump, quien aunque quizá sin quererlo, se esforzó por ser un buen ser humano. Saltan a mi cabeza, corredores-as volando a la velocidad de la luz en los 100 metros plano. Gimnastas elevando sus brazos con una sonrisa luego de levantarse de una caída y de vuelta a las acrobacias. Pero de la misma manera, en un plano mas terrenal, mámas con tres jornadas de trabajo; agricultores despertando al alba para arar la tierra, su pedacito. Niñas-os aprendiendo a andar en bicicleta. Personas no tan en forma corriendo por las mañanas. Caminantes de todos los niveles cosechando kilómetros de aventuras. Todas estas personas son ejemplo de esfuerzo.

Y ahí está el detalle, como diría Cantinflas. El esfuerzo es mágico. Nos nutre. Nos estimula. No es fácil esforzarse. Cuesta sacar esa energía y ponerla a producir, sopeso de las dificultades. No es nada fácil ponerse la ropa deportiva cuando una no luce como dicen las campañas globales. Y aún así, se llega al gimnasio a sudarla por la salud, por la serotonina. No es placentero -en el momento- montarse en la bicicleta y caerse cada cinco segundos. Duelen las rodillas; duele el ego. Y por eso es que repito: El esfuerzo nos nutre. Nos revitaliza porque luego de esforzarnos nos sentimos vivos-vivas. Cuando se logra el equilibro, cuando se nadan varias piscinas, cuando soltamos ese hábito nocivo, cuando dejamos ir lo que no fluye. Ahí nos esforzamos y el flujo energético nos aligera la carga, los omoplatos, el corazón y la mente.

¡Levántate y brilla!

Nos esforzamos física, mental y socialmente. Y aquí otro gran alcance de sus bondades. La convivencia con nuestros coterráneos implica nuestro esfuerzo y el de ellos-ellas. Aún más en estos tiempos convulsos. Debo reconocer que lo intento, pero a veces no me es tan fácil. Esforzarse por no desesperar ante lo que encuentro molesto. Ojo no se trata de soportar malos tratos ni estupideces, sino de esforzarnos en generar empatía, en mirar en la otra persona a alguien que también se esfuerza. La solidaridad implica esfuerzo común. Dar cuando podemos y queremos y recibir cuando lo necesitamos. Esforzarnos en la construcción de un mundo menos gacho. Y para que esta ecuación funcione hay algo que es necesario reconocer: el esfuerzo debe venir desde adentro y ser honesto. Si no se desea esforzarse, este no tendrá esa gentil magia. Porque el esfuerzo es actitud más que aptitud y nuestro espíritu lidera la misión.

Así las cosas, encuentro una necesidad grandiosa de pausar y mirar cual es nuestra relación con el esfuerzo. Darnos una palmadita en el hombro por intentarlo o de una vez por todas dar ese salto del sofá y dejar que sus bondades nos cobijen. Sea cual sea nuestro esfuerzo, estoy plenamente convencida de su poder transformador, a toda escala y en alcance planetario.

«Perspective is everything when you are experiencing the challenges of life.» /»La perspectiva lo es todo cuando se experimentan los retos de la vida».

Joni Eareckson Tada, autora estadounidense y defensora de las personas con discapacidad

La espiritualidad de la cultura

La cultura nos nutre. Nos espirualiza. Su valor es incalculable. Su valor es intasable.

Hoy tuve la vitaminica oportunidad de escuchar y ver en televisión al gran músico y cantautor Manuel Monestel. Nunca lo he conocido personalmente, pero siempre me deleitaron sus actuaciones en los hoy añorados Festivales de las Artes. La entrevista de hoy me abrió los ojos y me gustaría compartirlo.

Manuel de manera sencilla y honesta habló sobre la crisis del sector cultura e hizo una alusión hermosa que tocó mi alma. Yo no me había percatado de ello. La música es bastión. La música nos sostiene ¡Y sí, así es! Cuan cotidiano es escuchar nuestra música favorita y no pausar para sentir su magnificencia en nuestro cuerpo y espíritu. Manuel tal vez ya lo ha cantado antes en sus canciones, y esta vez en prosa lo narró. Y así como la música logra ese efecto, así también lo consiguen sus hermanas: la danza, el teatro, el cine, la pintura, la escultórica, la literatura, el humor por citar las que llegan a mi cabeza. El arte en general. ¡Cuán necesario es para nuestra vida!

Nota 1. Aun cuando leí por ahí que el arte y la cultura "son completamente diferentes", ya que se dice que el primero es solo "la manera en que se expresa las diferentes sublimaciones de una cultura, que va bien dirigida a la satisfacción" y el deleite, y la cultura por otro lado, " posee aspectos que influyen directamente en las relaciones sociales, políticas y  económicas de un individuo, grupo poblacional o país", en este mosaico ambos están intrínsicamente relacionados. Para mí, el arte deviene cultura y viceversa, en el momento en que el primero se interesa por su contexto, por su realidad. La plasma, la narra.

Esta epifanía tardó en llegar. Y es triste, ya que olvidar el valor del arte en la calidad de vida de las personas nos lleva al escenario actual. Uno de los sectores más afectados en esta pandemia, que parece no acabar, es la cultura. Miles de artistas en el mundo, cientos en nuestro país, que como bien menciona Manuel, han perdido todas sus formas de ingreso. Esto es desastroso y más aún están siendo privados de ejecutar su arte, su talento. El mundo entero se priva de ellos y ellas. No va a ser casualidad que las depresiones aumenten. Como bien dice Manuel: la posibilidad de compartir en un espectáculo, de generar ese intercambio energético entre audiencia y artista es incomparable. Ninguna licencia de zxxx, ni ninguna proyección 5D la puede igualar.

Mona Lisa en el Mobile World Congress por el artista urbano Salvatore Benintende, también conocido como TVBoy

Quizás descubro el agua tibia. La cultura en nuestro país -y en muchos otros puntos cardinales- no es relevante en el presupuesto estatal. Se vanaglorian los políticos en ella, aunque es un discurso hueco ¡Es doloroso! Este pensamiento se difunde. Dígale alguien a la mamá o al papá que quiere ser músico, actriz o bailarín para escuchar el «¡Quéeeee! quiere morirse de hambre». En un mundo patas pa’arriba como dijo Galeano, de que nos extrañamos. Mi invitación es a extrañarnos, a cuestionarnos, a revalorar las artes, su aporte a nuestra cotidianidad, a nuestro humanismo.

Nota 2. Debo mencionar que el término Cultura en este mosaico se refiere a las expresiones artísticas, a lo conocido como bellas artes y al humanismo: Al arte en general y en especial al descrito en la nota anterior. Asimismo, la cultura también significa ese conjunto de saberes, creencias, convenciones comunicativas materiales e inmateriales utilizadas por un grupo social (Cosmogonía y Cosmovisión). En ningún caso, la cultura debe ser relacionado o equiparada con civilización o educación. Así, todos las poseemos cultura; somos cultura. 

Por todo esto, la cultura no puede ser un privilegio para las élites; la cultura no puede encerrarse entre mármoles y terciopelos. La cultura y sus nutrientes deben estar al alcance de todas las personas, en las comunidades, en las plazas. La cultura nos nutre. Nos espiritualiza. Su valor es inmensurable. Nos corresponde a nosotras y nosotros revalorizarla en nuestras vidas, trasmitirla a las generaciones más jóvenes y demandar su lugar en nuestra familia, nuestra comunidad y nuestra sociedad. ¡Ojo! Exigir el arte como derecho humano fundamental, no como privilegio de una clase en particular. Que sea un derecho humano para las audiencias, y para quien ha hecho de el su pasión y forma de vivir, debe constituir un oficio con todos los componentes de un trabajo decente ¡No funciona de otra manera!

Lobster Band – Calypsonians con Cantoamérica (Costa Rica) / Concierto Asia-África-América Teatro Variedades, Costa Rica, 2010 Edición: Alberto Zamora (Ojalá Comunicación)

Pausa necesaria

El Covid vino como un fantasma a susurrarnos «pellizcate».

Escuché al sencillo y sabio Pepe Mujica decir que el asunto no es el Covid, sino la economía muerta. Él junto con otras personas de gran trayectoria desde lo local a lo global no pueden ser menos que gurús. Sí, es evidente y sumamente desalentador mirar alrededor. La desigualdad, la inequidad y la concentración de la riqueza acentúan los efectos de la pandemia.

No es solo el aumento del desempleo, la precaridad laboral, las muertes y el constante enriquecimiento de los mismos de siempre lo que me agobia. Me preocupan también otros efectos. Niños y niñas sin abrazos ni besos. Ancianos-as, y no dijo adultos mayores por gusto, confinados-as a la soledad. Personas extranjeras despreciadas y enjuiciadas simplemente por su condición de migrantes y por un desconocimiento producto de la mediocridad, para querer reflexionar y ser empáticos-as. Me da tristeza no poder abrazar árboles, ni cuidar a los hijos-as de mis amigas. Me cansa ir a la feria los domingos con temor de contagiar a alguien o contagiarme. Eso señores y señoras es lo que me aterra: la naturalización de la distancia social.

Esta epidemia nos muestra cuan vulnerables y distantes somos como especie, pero más aún nos enseña cuán patas’pa’rriba hemos pululado en este planeta. Cúanto desdén existe. Cúan abismales son nuestras condiciones. El Covid vino como un fantasma a susurrarnos «pellizcate».

Selecciono lo que leo, sino me sentiría completamente abrumada, pero entonces abro mis sentidos y tomo consciencia de que los problemas ya estaban. Xenobobia, pobreza, inequidad ¿Qué ha cambiado entonces? Han empeorado, dirán algunos- Yo pienso que ahora estas condiciones se metieron en nuestras casas, en muchas casas de almas herméticas, y se exponencian con el virus. Con su poder de alejarnos y engrandecer el odio.

En fin, mi propósito con este mosaico es pausar y respirar – Siento el tono gris, pero es real. Tengo necesidad de identificar mi tristeza. Es inevitable no sentir desesperanza. Escuchar odio hacia nuestra Zona Norte y no querer golpear a alguien. Pausa. Leer argumentos de empresarios-as descorazonados-as y no querer toserles. Pausa. Mirar el árbol robusto detrás de los barrotes y no querer maldecir el cerrojo. Pausa.

Así, mi consejo sería. Cierre los ojos y sienta. No visualize. No imagine. Sienta el miedo y la tristeza como expresiones válidas y saludables. Siéntase libre. Sientase preocupado-a. Siéntase herido-a por una economía muerta y un mundo que necesita pausar y tomar consciencia. Y así usted sabrá que la pausa le ha hecho recuperar un poco de humanidad.

Los matices del Pura Vida

Nuestras posibilidades condicionan grandemente nuestro horizonte, nuestra utopía.

«…ciertamente desiguales, pero contentos.»

Esa frase me ha estado retumbando en el alma desde que terminé de leer un reportaje publicado hace unos domingos sobre un estudio, que según sus datos muestra el optimismo de los ticos y las ticas pese a su clase social. Sí, clase social no es aún palabra en desuso. A grosso modo, el artículo es minucioso en números y en interpretaciones, los cuales ameritan encaramarse algunas inquietudes: ¿Hacia donde camina nuestra Costa Rica? ¿Es el bienestar un derecho humano fundamental? ¿De cuál bienestar hablamos? ¿Cómo se relaciona el bienestar con la desigualdad? ¿Y yo que putas tengo que ver en todo esto?

El estudio, aplicado a personas adultas en todo el país con 1201 encuestas cara a cara y con una representatividad de más de tres millones de costarricenses, pone en evidencia que el optimismo en materia de condiciones de vida no conoce de clases sociales (Sánchez, 2019, 4. )

Los datos como las interpretaciones descritas reflejan ambigüedad. Ciertamente es algo demostrativo de una sociedad cada vez más dispar en términos sociales. Por ejemplo, la exposición desde la niñez al común «Pura Vida» podría justificar porque pese a carencias, las personas nacidas en CR asumen «el estar bien» como forma autómata de respuesta y por ende lo adoptan como su motto o incluso un leimotiv en la banda sonora de su vivencia.

Lo anterior podría explicar porque si «87% … están satisfechos con la calidad de vida personal», un 71% reclama de la forma en que se disribuye la riqueza, 67% de la forma de gobernar y 60% de la seguridad» (Sánchez, pg. 5) Entonces, sería válido cuestionarse algo que plantea el reportaje: cuando se autoconcibe el bienestar individual a salvo, los resquebrajamientos del bienestar del Estado Social de Derecho no se ven como peligros inminentes Paradójica y creencia un tanto miope, por cuanto somos seres sociales en constante alternancia. Nuestras burbujas no son inmunes, ni tienen el poder de la homeostasis.

«Es un descontento a nivel país, cuando se califica el colectivo….se refleja decepción…pero si la gente siente que no le afecta su individualidad, no lo expresa así para si mismo. Dice que está bien, pero que el país está jodido» (Midence citada en Sánchez, pg. 6)

Entonces es importante pausar y enfocarse en que si bien la percepción de bienestar individual está presente en gran parte de los ticos y las ticas, los componentes del mismo sí son bastante diferenciados. El estudio entrevista a tres personas de tres estratos sociales disímiles; los siguientes son extractos para ilustrar este argumento.

Vivo tranquila, sobre todo porque tengo acceso a la salud y a la educación, pero además porque tengo un trabajo con una remuneración digna. Esto me permite tener un hobbie (la pastelería) al que le dedico gran parte de mis días, disfrutar un libro y pasar una tarde de esparcimiento en mi casa…Comerme algo rico. Eso es definitivamente, algo que valoro. El tiempo de bienestar, el tiempo para mí. Mujer, periodista y presentadora de televisión y chef. Clase de mayores ingresos

Vivo bien. Mi calidad de vida es buena… Tenemos los recursos para vacacionar. yo viví en México y allí aparte de que tienen 8 días de vacaciones al año, muchos trabajan hasta los días libres para subsistir…a mi juicio uno tiene que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. Mujer, experta gastonómica, emprendedora, clase de ingresos medios

Aquí estoy. Mi vida es dura, para ser sincero… Si estoy con salud y puedo pagar las cuentillas estoy diay, bastante satisfecho. Hombre, 64 años, vendedor de manzanas en la calle de la capital por 45 años. nivel socioeconómico bajo

Los contenidos antes transcritos me hacen pensar en la frase que decía mi abu: «cada cabeza es un mundo» e ir más allá y agregar «cada vida es un ecosistema». Realmente la idea-percepción-expectativa del bienestar muestra tres Tiquicias. Una, primera donde los derechos básicos están más que cubiertos y se buscan comodidades más «espirituales» más confortables -soy odiosa en la elección del adjetivo porque si bien no soy de esta clase alta, mi trabajo me permite tener acceso a bastante confort. Otra, segunda que comparte la confortabilidad en cierto grado, pero que tiene más cuestas en el camino. La última, excluida que vive lejos de la comodidad y cuyo horizonte es la sobrevivencia día a día.

No intento con la anterior clasificación idealizar o satanizar almas, pero que Costa Rica es desigual en términos de dicha es algo innegable. Nuestras posibilidades condicionan grandemente nuestro horizonte, nuestra utopía. Caminan estas tres personas persiguiendo ventura, mas la ventura en el tercer estrato no debería ser fin en sí misma sino insumo propio para el camino.

Entonces, me agarra dolor de panza y me cuestiono como la desigualdad produce en cierta forma resignación. No me malentienda. No abogo por bienestar material, sino por dicha fundamental básica, las 3T, Tierra, Techo y Trabajo para una vida digna, promovido oportunamente por el MMTC, cuya lucha es bandera de muchos otros movimientos populares.

Sobrios, sin ser ascetas, livianos de equipaje para tener la mayor cantidad de tiempo libre y volcarlo socialmente” – Pepe Mujica

Retomando el reportaje, tenemos las siguientes cifras: » 4 de cada 10 ticos no tiene la capacidad de comer tres platillos balanceados al día»… solo 4 de cada 10 pueden pagar para realizar actividades físicas y 30% no puede cubrir sus gastos básicos», es decir, que necesidades básicas son irresueltas entre el gran grueso de la población. Podemos asociar esto con el desgloce de calidad de vida -señalado por las personas entrevistadas-, el cual se descompone así: para el 39% el bienestar físico es primero, luego le sigue el bienestar emocional mencionado por un 19% de la muestra, el material o financiero por 17%, y con menos porcentaje el bienestar social (11%), las oportunidades de desarrollo (10%) y el ambiental con tan solo 4%.

Interesante como el bienestar físico adquiere ventaja sobre el material. Podría extrapolar que la salud es una forma de tener acceso a trabajo y por tanto a lograr el bienestar material. No obstante, la distancia con el bienestar emocional apunta a que las personas entrevistadas poco lo relacionan con la salud física -escuela tradicional de la medicina. Por otro lado, no sorprende, según lo abordado párrafos arriba, que lo social y las oportunidades queden en tan bajos valores, ni mucho menos lo minúsculo del número relacionado con el ambiente.

Así, estos datos retratan de cierta forma 1. una escala de prioridades-rutas-aspiraciones que pueden servir para interpretar nuestra realidad 2. la desvinculación del ecosistema con lo individual 3. bien(estar)es desiguales de tiquicia, ya que estos componentes no son accesados ni cuali-ni cuanti-tativamente iguales en nuestro país. Para ilustrar, nuestro vendedor ambulante sí mejora su salud al correr; solo que no lo hace en el parque en su tiempo libre, sino cuando corre de la policía municipal: «de un modo es bueno que lo persigan a uno. No ve que así uno hace ejercicio. Uno nunca puede y cuando lo corretean a uno la cosa se pone buena» (citado en Sánchez, pg.6).

Hay mil y más puntos, relaciones, interpretaciones, explicaciones que no escribo. No pretendo dejarle con amargura en su corazón. No es mi propósito atizar la llama de la frustación o ser pesimistamente racional. Por el contrario mi deseo es que usted y yo repensemos y resintamos dónde estamos, cuáles condiciones nos colocan aquí, que agradezcamos nuestros bienestares, pero eso sí que recordemos en cada acción, lo dispar de nuestro nicho social y la imperativa necesidad de promover y exigir políticas públicas, tanto micro, en nuestro decálogo de vida, como macro, en espacios colectivos. Me gustaría que cada día frente a un vecino o vecina de este suelo que la está pasando duro, posemos nuestra mirada y busquemos explicaciones, establezcamos relaciones y sí estamos en posibilidad de hacer algo, lo hagamos.

El clamor por la equidad de bienestar debe perseguir un vivir bien digno, con derechos fundamentales cubiertos y con comodidad, no de tipo banal ni de consumismo voraz, sino nutritiva, en términos de salud, trabajo, vivienda, cuerpo y alma. Y en este rubro cada una y cada uno podemos contribuir.

Lo inevitable no se lloriquea. Lo inevitable hay que enfrentarlo. – Pepe Mujica

Advertencia: Anoto al final el enlace al reportaje; no obstante, los dueños del periódico requieren que usted se registre. Yo al menos lo leí en físico. Entonces tiene tres opciones 1. registrarse 2. conseguir el ejemplar con su vecino-a 3. sacar su ejemplar del cesto del reciclaje -si no recicla, pues le tocará quitarle la miada de perro o los restos de basura- 4. confiar en los datos que comparto. Le recomiendo todas menos la primera, salvo sí ya lo ha hecho.

Referencia

Sánchez, A. (2019, enero 13). Ticos: desiguales, pero contentos. La Nación. Tomado de https://www.nacion.com/revista-dominical/ticos-desiguales-pero-contentos/AUU367S535BVNGLQ4HHPE5ZHTM/story/

Apuntes reparadores para no hablar papaya

«El cerebro no vive dentro de la cabeza, aunque ésta sea su hábitat formal. Se extiende por todo el cuerpo, y con él, al mundo exterior». – Franf R. Wilson

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La ronda de los presos, Vicent Van Gogh

A Rocío, por tratarme siempre con amor.

Me detengo por un segundo y sonrío. Lo hago ante el recuento de las veces que alguien a mi alrededor ha dicho: “¡Mae, más loco!”, “¡Bipolar, fijo!”; “¡Qué tipa más rara!” “¡Está de atar!” Y la lista es incontable y heterogénea. Lo he escuchado de compas, no tan compas, imbéciles por naturaleza, idiotas por deporte e inteligentes sencillos o petulantes. Sin embargo, ninguno se ha detenido por un segundo a valorar la posibilidad de estar hiriendo a quien escucha. Y digo hiriendo, no porque haya algo de vergonzoso en estar asociado a esta locura tan etiquetada por nuestra sociedad, pues es eso: pura etiqueta; lo expreso porque muchos y muchas no tienen ni la más remota idea de lo que sucede emocional y químicamente cuando se padece una enfermedad mental.

Apunte 1. La locura, en esta sociedad que vanagloria una normalidad inventada en absurdos colectivos, es tabú, estigma y motivo de burla en chistes cotidianos. Pero la gente olvida que la locura es también discapacidad y representa un reto para quien la padece. Imposibilita a millones de personas en todo el mundo, en el norte y el sur. La demencia, la esquizofrenia, la bipolaridad, los trastornos OC, las manías inhiben a quienes las padecen, lo hacen de forma personal y social. Cuando se diagnostican, ellos y ellas temen, se esconden ¡Claro, no te miran igual si decís: soy hipertenso, a señalar sufro esquizofrenia.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la enfermedad/trastorno metal como “una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje”. Puesto así, los comentarios banales que hacemos sobre la locura en nuestro día a día son brutalmente insensibles e injustificados -más cuando se estima que en el mundo 450 millones de personas padecen una enfermedad mental, y casi dos tercios de las personas afectadas no buscan o reciben la ayuda necesaria.

Apunte 2. Si tanta mierda provoca la locura ¿cómo es que genios artísticos y hasta científicos lograron, frente a evidencia que padecían un trastorno, producir tanta belleza? Nombres como Vincent Van Gogh, Sylvia Plath, Salvador Dalí, Virgina Woolf, David Helfgott, Horacio Quiroga, John Forbes Nash comienzan a bailarme en la mente: su talento, su creación que ha embellecido la vida, en contraste con el dolor que les acompañó. Para algunos su enfermedad fue la impulsora de su genialidad. Para otros , ellos y ellas lograron arte sopeso de su demencia. Su creación y su locura son un misterio indisoluble.

Como bien lo define la conservadora del Museo Van Gogh en Amsterdam, Nienke Bakker: «Van Gogh no pintaba por su enfermedad sino a pesar de ella». Durante sus ataques se pasaba días y a veces semanas sin poder trabajar. «El trabajo parece haber sido su único sostén» En la carta de despedida a su esposo, Virginia Woolf lo plasma de una manera altamente angustiante:

«Querido: Siento con absoluta seguridad que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Yo sé que esta vez no podré recuperarme. Estoy comenzando a oír voces, y me es imposible concentrarme. ..No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros, hasta que ha venido esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Sé que lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. «

Apunte 3. ¿Es lógico, por tanto, trazar una relación entre creación artística, locura y genialidad? Existen posturas teóricas distintas. Posiciones que establecen que la locura acentúa la genialidad o la viceversa. Distinciones entre locos/as comunes y corrientes y genios/as.  Nadie se pone de acuerdo. Tal vez porque lo único realmente acertado es que esta relación encierra un acertijo. Cada cabeza es un mundo. Y en este sentido inexplicable en términos convencionales.

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Autoretrato con la oreja cortada, Vincent Van Gogh

Apunte 4. Parece entonces provocador indagar entre arte y locura y centrarse en su función reparadora/creadora de resilencia. Personalmente, el arte me ha mantenido viva. La música, el escribir, el pintar, el bailar son catarsis sanadoras. Multiplíquese esto en mentes aún más talentosas. Si bien muchos de estos artistas sufrieron incomprensión en su tiempo, lo cual acentuó su enfermedad, fueron valientes de no dejar que su arte desapareciera y se contaminara entre desordenes químicos y espesura mental.

Como Gro Harlem Brundtland, directora general de la OMS, anota: «La enfermedad mental no es una falla personal», «De hecho, si existe una falla, es en la forma en que son tratadas estas personas con trastornos mentales». ¿Y qué y si nos acercamos a los trastornos mentales desde otra óptica? ¿Y qué y si despojamos la locura de miedo y odio? Mirémosla con cercanía, con empatía, sin asco.

Apunte extra. Deje de hablar papaya sobre la locura. La enfermedad mental es también discapacidad. Sin tratamiento integral, sus efectos personales y sociales son tóxicos. Las y los que la padecen sufren discriminación y aislamiento. Entre más cercano y amoroso tratamos la locura, más podemos aprender de ella y crear formas más sanas de con/vivir, como por ejemplo caminar hacia un «buen vivir» de la locura. En la creación-expresión artística hay terreno locamente fértil.

Lecturas sugeridas:

Vincent Van Gogh, un genio al borde de la locura. http://www.vanguardia.com.mx/articulo/vincent-van-gogh-un-genio-al-borde-de-la-locura

Del arte a la locura y de la locura al arte: La expresión genial de la patología. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/wimblu/article/view/15451

¿Cómo ayuda el chamanismo a un esquizofrénico? http://planosinfin.com/como-ayuda-el-chamanismo-a-un-esquizofrenico/

mu(an)danzas

Desde siempre y siempre, este mundo y otros viajan, se transforman, se alejan y se vuelven a encontrar.

Para L.

Nos mudamos perennemente; y en cada ir y venir nos descubrimos; nos hacemos conscientes. Claro, que se percibe en diferentes grados, en función de si es o no una experiencia común y de si prestamos poca o algo de atención. En fin, que sirva este texto como símil y que cada quien lo relacione según le apetezca.

Perceptibles son las mudanzas de piel, de cabello, de domicilio ¡Uf! y estas ultimas sí que son tema de buceo. En los últimos cinco años, me he mudado en varias ocasiones, y he lidiado con sentimientos de aprensión, apego, agobio, pero también de felicidad.

Aprensión. ¿Es oportuno mudarme ahora? ¿Estaré mejor? ¿y si…? Incontables interrogantes nos desvelan en las noches previas. No basta con haber seleccionado el nuevo lugar; el temor de lo incierto apunta hacia lo que puede no salir bien. Se nos empaña el parabrisas. Y frente a este sentimiento, solo tengo un consejo: recordar que estas dudas son infundadas en un futuro que no ha ocurrido y que por más que sea planificado tiene un caudal incierto. Entonces lo más sano es embalar las dudas y dejarlas olvidadas. En suma, son solo carga extra en nuestra mu(an)danza.

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Los que siempre se mudan

Apego. Afección por lo material. Me di cuenta de ésto la primera vez que me mudé ¡Cuánto chunche, por amor al Mercado!  Yo que pasé mi vida universitaria jactándome de comunista -en el sentido material, al menos- tuve que pasar por la vergüenza de necesitar más de un viaje para llevarme mis cuatro peroles, los cuales eran en realidad pesadas cajas y cajas de mercancías a mi nombre. Y aún más, robustecieron mi yo-huraña.

¡Qué congoja provocan manos extrañas en los amores materiales! ¡Qué éstos me los llevo yo! ¡Qué aquellos con mucho cuidado…. y mejor los cargo yo! Al fin de cuentas, creo que el aprendizaje es doble. Por un lado, podemos irnos desapegando en cada mu(an)danza y viajar más ligeros y ligeras; si pensamos dos veces antes de empacar, pueda ser que al llegar a nuestro espacio, tengamos más aire y no recordemos ya lo dejado atrás.

Por otro lado, tenemos derecho a nuestro espacio, a nuestra privacidad, a que no nos agrade el tacto sobre nuestras «cosas», y a escoger meticulosamente quien mueve qué y cómo. Y esta revelación tiene aplicaciones físico-cuánticas ¡Corazones bien abiertos!

Agobio. Mallugado el cuerpo, sucias las uñas, y el cabello polvoroso.  Soy honesta: físicamente una queda «hecha leña». Mi espalda me gritaba ¡Basta! Finalmente, esta fatiga se traslada también al espíritu y llega incluso -sin ser alarmista- la desesperanza. Ante el tornado de cajas, bolsas, espacios saturados y otros desolados vacíos, ventanas sin cortinas y paredes con nada de arte, una siente que el caos llegó para quedarse.

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Yo aprendí finalmente que este momento es punto de inflexión, todo un turning point, puesto que estamos frente a dos posibilidades. 1. Abrumarse todavía más y terminar sufriendo ante el caos, es decir, girar 360º ó 2. Respirar. Despejar alguna superficie, prepararse algún alimento, lavarse los dientes y tenderse en el colchón* la primera de quien sabe cuántas noches en tu nuevo espacio ergo giro de 180º.  Toca decidir cuánto queremos movernos.

*(Consejo vivencial:Se augura un exquisito descanso nocturno al dejar bien a mano: jabón, cepillo y pasta bucodental; cepillo de bambú y liga para moño; ropa limpia de cama; paño, pijama y medias; té y tetera; lectura liviana o en su defecto cualquier puto objeto del que una no haya podido despojarse aún, antes de ir a dormir)

Felicidad. ¡Bueno, pero que no todo es cuesta arriba! Aunque el término felicidad suscite polémica, me permito traerlo a colación con base en las siguientes vivencias, y no tanto encasillado en una definición, ni mucho menos como un acuerdo colectivo. ¿Qué es felicidad asociada a la mu(an)danza? Para mí, es sobreponerse a las tres As antes descritas, poco a poco, sin presión y sin incluso percatarse.

Es la sensación de paz que te da quitar el polvo; la alegría de colocar el cuadro de zapatos flamencos -en mi caso- o el cuadro de tu preferencia en esa pared inerte; es el olor de la primera taza de café en tu cocina. La felicidad de una nueva mu(an)danza es descubrir que este movimiento nos causa miedo, nos mueve fibras porque implica cambio, y como buenos humanos materializados en este cuerpo y este mundo, el ser etéreo no se nos da tan fácil.

Una mu(an)danza es nuestro chance. Eso es. A lo mejor le concedo más lecciones de la cuenta; sin embargo, a mí me las ha concedido y puedo decir que si abrimos nuestro corazón, podremos percatarnos que en nosotros y nosotras está intrínseco el movimiento. Desde siempre y siempre, este mundo y otros viajan, se transforman, se alejan y se vuelven a encontrar. Somos ciclos y en ciclos transitamos. Nómadas, gitanos y gitanas: Lucys. Procuremos que el equipaje no nos robe energía y cada que nos mudemos sea nuestra consciencia la que dance hacia la paz y el amor.

«Claro, el universo no lo forman cosas, sino relaciones: es un océano de relaciones, vibrátil, esporádicamente manifestado en cosas, en átomos, ¡como en el océano las olas!» – Jordi Pigem.

Lectura sugerida: “El universo es inmaterial, mental y espiritual”

Lectura sugerida: “Aún somos nómadas, pero presos entre paredes y rutinas”

De violencia y dictámenes sociales

Más aun debemos cuestionar la naturalización mediática de la violencia y su implicación en nuestros juicios de valor.

Alejo Leiva Lachner (21), Rudy Matarrita (22) y Jeremy Solano (25). Tres jóvenes costarricenses asesinados durante la pasada Semana Santa en nuestro país. Ellos se encuentran entre las once personas que murieron de forma violenta durante esos días, sin embargo, el hecho de equiparar sus nombres en esta nota puede resultar ofensivo para muchas personas

¿Por qué? Bueno, los medios de comunicación se encargaron de contar los hechos de forma muy disímil y por tanto, mientras el joven Alejo se convierte en una víctima cruel de una turba vengativa en Playas de Coco, el asesinato de Rudy y Jeremy en La Unión deviene parte de justicia a manos de un ciudadano. Es decir para nuestra sociedad, el primer hecho genera indignación y el segundo simplemente se invisibiliza.

DISCORDIA AMIGHETTI 1969
«Discordia» Francisco Amighetti. Grabado (44×58 cms) 1969

Pero buceando por ahí, se encuentra una marginal nota periodística sobre la muerte de Rudy y Jeremy intitulada: “Harán vigilia en honor a 2 jóvenes asesinados” (Diario Extra, 31/03/2016), y al leerla la confusión es clara. No se trataba de hampones de barrio, ya que por qué se les haría un homenaje. Y ahora la confusión se vuelve curiosidad. No sabemos nada de estos dos muchachos, quienes eran, que hacían, o si eran realmente problemáticos.

En contraste, tenemos a todos los medios de prensa y redes sociales retratando la vida del joven Leiva Lacher. Respeto profundamente los gestos de solidaridad de los y las costarricenses, pero me genera malestar como ambos hechos son comunicados ¿Es esto informar? ¿Una muerte se mide como mercancía mediática? La clase social también interseca nuestros muertos.

El retrato de estos actos violentos se vuelve un dictamen social sobre que es violencia y que no. En el nivel macro esto puede relacionarse con los recientes muertos en Bélgica y los miles en Siria. Todas víctimas de un terrorismo y de intereses político-armamentistas, pero cuyas muertes son representadas de muy diferente manera. Unas son pérdidas irreparables, las otras rutinarias.

Lo anterior no puede pasar desapercibido frente a nuestra criticidad. Cada muerte violenta tiene causas y consecuencias. Causas asociadas a niveles de deshumanización y mercantilismo voraz. Consecuencias de fragmentación social y cultural sin precedentes.

Expreso mi más sentida indignación por el asesinato de estos jóvenes. Los dos hechos deben generar discusión y reflexión de cómo se filtra la información y como la estamos masticando. Más aun debemos cuestionar la naturalización mediática de la violencia y su implicación en nuestros juicios de valor.