De enero y sus retos invisibles

“El retrato que emerge es el de un país altamente fragmentado en las condiciones propicias para el desarrollo humano y una vida digna”.

Estado de la Nación, 2023.

En mi casa nunca faltó la comida, ni el trabajo. Estas dos cosas nunca las olvido. Siempre alcanzó para untarle algo a la piña del pan y mis tíos-as iban a trabajar todos los días. En Navidad, tuve bicicleta, y en enero íbamos de paseo a Ojo de Agua. Claro, viajábamos en transporte público y con sanguiches; pero había para el pasaje de bus de toda la pelota. Nadie se quedaba por fuera. Mi familia tuvo una exitosa movilidad social. Aunque mi abu apenas leía, mis primos y yo nos egresamos de posgrados.

La Costa Rica de ese momento no es ni la sombra de la actual, y la famosa «cuesta de enero», se ha convertido en un acantilado. Se entra con un congelamiento salarial para sectores de trabajadores-as tan fundamentales para el funcionamiento del país, como son los cuerpos policiales, mientras las compañías de electricidad anuncian incrementos en sus tarifas. Hace unos días me contaba un colega que el kilo de pollo andaba en 7.000 colones. Con algo de esperanza ingenua, el dependiente del super le dijo: «¿Lo va a llevar o se espera? porque tal vez mañana amanezca más barato»…………¡Ajá!

Entonces, yo pregunto: ¿Cómo hace la señora trabajadora doméstica, madre autónoma, con tres hijos-as y con una jornada de medio tiempo, pagar su alquiler, comprar el diario*,sacar para los uniformes de la escuela, las meriendas y los pasajes del bus? Simplemente no le puede hacer frente. Para ella y su familia, cada mes es «cuesta de enero». Así, se refleja en el nivel macro en los indicadores alarmantes del recién publicado Informe del Estado de la Nación:

«…un 13,3% de los hogares se sitúa muy cerca del límite de la pobreza, lo cual habla de condiciones de vida vulnerables. Este grupo está compuesto por más de 230.000 hogares que lograron entrar al 2023 fuera del porcentaje de pobreza en el país, pero en condiciones que no se diferencian demasiado. Esa es la mayor cifra absoluta que se registra desde el año 2010, aunque en porcentaje solo lo supera el año más duro de la pandemia.»

Murillo, Universidad 2023.

El problema de la pobreza incide directamente en otros escenarios de nuestra Costa Rica, como el aumento de la criminalidad y el alto endeudamiento de la población. Incluso, incide en los niveles de frustración, desesperanza, malnutrición y expectativa de vida. Para algunes, esta situación es crítica. Yo, en lo personal, me siento sumamente agobiada, y eso que no tengo «cuesta de enero». A mí me alcanza para vivir y darme mis «gustos» -los cuales deberían ser derechos básicos: esparcimiento, alimentación saludable y descanso. Claro, el año pasado viví con el corte de la tarjeta de crédito como marcapasos, y eso que mi núcleo familiar somos únicamente dos felinos y yo.

Alguna mente menos abrumada que la mía dirá que no existe tal problema. Probablemente señalaría que todo se debe a una falta de planificación. Pensaría que no hay «cuesta de enero», ni mucho menos acantilado. Proclamaría a los cuatro vientos que se trata de un asunto de matemáticas y mala planificación financiera. Lo cual me lleva a un segundo punto de reflexión, el cual también advierte el Estado de la Nación: la desigualdad. Porque el asunto no es la pobreza en sí misma, sino la desigualdad, por cuanto ésta escinde a la sociedad en «breteadores» y «parias»; en «saludables financieramente» y «despilfarradores». Yo más bien pienso que la desigualdad exhibe atributos como el egoísmo y el oportunismo, los cuales lamentablemente son muy comunes en nuestro sistema social.

«Por un lado, la mayoría de la población que depende de empleos de sectores a los que se le aplica todos los impuestos o de trabajos informales; por otro, una minoría laboral asociada a inversiones extranjeras en negocios que en los últimos cinco años han crecido 11% como promedio, sin que la pandemia haya siquiera incomodado en sus ganancias.» 

Idem.

Por otro lado, para una minoria VIP, su Costa Rica camina viento en pompa. Sus arcas están repletas y el problema de la criminalidad lo «subsanan» con barrotes muy altos en sus propiedades, segregación física y muchas casetillas de peajes. Dejo de lado mencionar otros atributos que además posee este reducido núcleo de ticos-as, como son algunos muy antiguamente citados: avaricia y etcétera, porque sino nunca termino de escribir. Entonces, en palabras del Estado de la Nación, la cosa pinta así:

«Los investigadores concluyeron que el 1% de la población, los más ricos, reciben como un todo una cantidad de ingresos que supera al que recibe en conjunto el 50% de la población ubicada en la parte más baja de la escala de riqueza que, además, evidencia una tendencia de deterioro desde el 2005».

Idem.

Es tan grave el asunto que incluso el Editorial de uno de los medios de comunicación más conservadores de nuestro país lo escribía el pasado diciembre. Nuestra niñez hereda la pobreza; por más esfuerzo que haga, no va a escalar el acantilado. Y no se refiere al de enero, sino al de la cotidianidad. Mes a mes, día a día, niños y niñas que crecen con la panza vacía y más propensos a que la planificación financiera les importe, como digo, yo una hectárea de zanahorias ¿Cómo planificar para el futuro, sino alcanza para el mediodía?

«Unos 456.000 niños y adolescentes viven en hogares en condición de pobreza o pobreza extrema. Corren el riesgo de mantenerse en esa situación el resto de sus vidas sin la intervención de políticas estatales capaces de romper el círculo de miseria identificado por infinidad de estudios».

«En la temprana infancia, la educación preescolar y los cruciales primeros años de primaria se echan las bases del éxito educativo futuro. Pasadas esas oportunidades, es difícil recuperar el terreno perdido en cognición, psicomotricidad, lenguaje, habilidades socioemocionales y de comunicación. Ese es justamente el momento de intervenir con políticas sociales aptas para compensar las carencias familiares».

LN, 17 de diciembre 2023

Claro, con políticas sociales que se ajusten a las realidades. Sin embargo, nuestras políticas sociales han sido cercenadas para el pago de los intereses de la deuda. Y no es que se paga la deuda con lo que se le quita a esta niñez. No, ni tan siquiera estamos cerca. Los intereses de la deuda pública costarricense sumaron al cierre del 2022: Un billón 886 mil 968 millones de colones (₡ 1.886.968.000.000) Es decir, que ni cosquillas se le hace.

Así que me pregunto: ¿A quién le pagamos esos intereses? ¿Quiénes son nuestros acreedores? ¿Por qué se estanca la inversión social? o más aún ¿Por qué seguimos adquiriendo deuda tras deuda? ¿Por qué es que pocas personas se atreven a denunciar la irrupción -ya bastante obvia- del narcotráfico en nuestra economía micro y macro, en nuestra institucionalidad? O a lo mejor lo de los narcodólares y narcofamilias sea producto de nuestra imaginación. La pregunta de oro: ¿Quién gana y engrosa sus bolsillos con el deterioro social, cultural y económico de nuestro país? Les invito a buscar las respuestas. Están ahí en nuestras narices.

Además, lo que no dice el editorial antes mencionado, es que el Estado lo componemos todos los estratos de la sociedad; y cada estrato socioeconómico debe aportar según sea su ingreso. Cada persona trabajadora, empresaria o, emprendedora debe dar su grano, construir en su espacio de metro cuadrado. No podemos pretender que el dinero para políticas públicas caerá como maná del cielo. Ni tampoco se vale volvernos aporofóbicos para sacudir nuestra responsabilidad. Debemos asumir, que en nuestra Costa Rica, hace rato no se camina en equidad. No por algo se nos conoce como un paraíso fiscal donde a la evasión y a la elusión fiscal pocos se animan a cuestionarla. 

Para concluir, les invito a reflexionar este enero y pensar en sus vecinos y vecinas, más allá de sus metas personales 2024. Abrir los ojos y darse cuenta que, en Costa Rica, no somos igualiticos. Si ustedes pueden crear sobres de ahorro, enhorabuena, mas tengan presente todo el resto de este 2024, la creciente desigualdad. Mientras muchas personas cuentan las monedas para montarse al bus y se van a dormir con la panza vacía -y estoy segura que no se debe a su mala planificación financiera o a sus nulas inversiones en la bolsa, unos muy pocos, tan solo un 1%, consideran la «cuesta de enero» como una ridícula invención de pésimo gusto. Y es aquí donde todo el asunto cobra sentido.

Lecturas sugeridas:

Informe Estado de la Nación 2023

Desigualdad social se agrava ante débil respuesta estatal, muestra Estado de la Nación

Oportunidades perdidas

Un billón 886 mil 968 millones de cólones

*diario. m. Artículos de consumo doméstico que
corresponden a un día, pero. por extensión, los
destinados al consumo de una semana. Como los
trabajadores rurales y obreros reciben el salario
semanalmente. el sábado suelen comprar el diario
para una semana. /! 2. adv. Diariamente. a diario.

Diccionario de Costarriqueñismos.

Autor: paOlabadillavargas

Latinoamericana con mañas de antropóloga.

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