Los matices del Pura Vida

Nuestras posibilidades condicionan grandemente nuestro horizonte, nuestra utopía.

«…ciertamente desiguales, pero contentos.»

Esa frase me ha estado retumbando en el alma desde que terminé de leer un reportaje publicado hace unos domingos sobre un estudio, que según sus datos muestra el optimismo de los ticos y las ticas pese a su clase social. Sí, clase social no es aún palabra en desuso. A grosso modo, el artículo es minucioso en números y en interpretaciones, los cuales ameritan encaramarse algunas inquietudes: ¿Hacia donde camina nuestra Costa Rica? ¿Es el bienestar un derecho humano fundamental? ¿De cuál bienestar hablamos? ¿Cómo se relaciona el bienestar con la desigualdad? ¿Y yo que putas tengo que ver en todo esto?

El estudio, aplicado a personas adultas en todo el país con 1201 encuestas cara a cara y con una representatividad de más de tres millones de costarricenses, pone en evidencia que el optimismo en materia de condiciones de vida no conoce de clases sociales (Sánchez, 2019, 4. )

Los datos como las interpretaciones descritas reflejan ambigüedad. Ciertamente es algo demostrativo de una sociedad cada vez más dispar en términos sociales. Por ejemplo, la exposición desde la niñez al común «Pura Vida» podría justificar porque pese a carencias, las personas nacidas en CR asumen «el estar bien» como forma autómata de respuesta y por ende lo adoptan como su motto o incluso un leimotiv en la banda sonora de su vivencia.

Lo anterior podría explicar porque si «87% … están satisfechos con la calidad de vida personal», un 71% reclama de la forma en que se disribuye la riqueza, 67% de la forma de gobernar y 60% de la seguridad» (Sánchez, pg. 5) Entonces, sería válido cuestionarse algo que plantea el reportaje: cuando se autoconcibe el bienestar individual a salvo, los resquebrajamientos del bienestar del Estado Social de Derecho no se ven como peligros inminentes Paradójica y creencia un tanto miope, por cuanto somos seres sociales en constante alternancia. Nuestras burbujas no son inmunes, ni tienen el poder de la homeostasis.

«Es un descontento a nivel país, cuando se califica el colectivo….se refleja decepción…pero si la gente siente que no le afecta su individualidad, no lo expresa así para si mismo. Dice que está bien, pero que el país está jodido» (Midence citada en Sánchez, pg. 6)

Entonces es importante pausar y enfocarse en que si bien la percepción de bienestar individual está presente en gran parte de los ticos y las ticas, los componentes del mismo sí son bastante diferenciados. El estudio entrevista a tres personas de tres estratos sociales disímiles; los siguientes son extractos para ilustrar este argumento.

Vivo tranquila, sobre todo porque tengo acceso a la salud y a la educación, pero además porque tengo un trabajo con una remuneración digna. Esto me permite tener un hobbie (la pastelería) al que le dedico gran parte de mis días, disfrutar un libro y pasar una tarde de esparcimiento en mi casa…Comerme algo rico. Eso es definitivamente, algo que valoro. El tiempo de bienestar, el tiempo para mí. Mujer, periodista y presentadora de televisión y chef. Clase de mayores ingresos

Vivo bien. Mi calidad de vida es buena… Tenemos los recursos para vacacionar. yo viví en México y allí aparte de que tienen 8 días de vacaciones al año, muchos trabajan hasta los días libres para subsistir…a mi juicio uno tiene que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. Mujer, experta gastonómica, emprendedora, clase de ingresos medios

Aquí estoy. Mi vida es dura, para ser sincero… Si estoy con salud y puedo pagar las cuentillas estoy diay, bastante satisfecho. Hombre, 64 años, vendedor de manzanas en la calle de la capital por 45 años. nivel socioeconómico bajo

Los contenidos antes transcritos me hacen pensar en la frase que decía mi abu: «cada cabeza es un mundo» e ir más allá y agregar «cada vida es un ecosistema». Realmente la idea-percepción-expectativa del bienestar muestra tres Tiquicias. Una, primera donde los derechos básicos están más que cubiertos y se buscan comodidades más «espirituales» más confortables -soy odiosa en la elección del adjetivo porque si bien no soy de esta clase alta, mi trabajo me permite tener acceso a bastante confort. Otra, segunda que comparte la confortabilidad en cierto grado, pero que tiene más cuestas en el camino. La última, excluida que vive lejos de la comodidad y cuyo horizonte es la sobrevivencia día a día.

No intento con la anterior clasificación idealizar o satanizar almas, pero que Costa Rica es desigual en términos de dicha es algo innegable. Nuestras posibilidades condicionan grandemente nuestro horizonte, nuestra utopía. Caminan estas tres personas persiguiendo ventura, mas la ventura en el tercer estrato no debería ser fin en sí misma sino insumo propio para el camino.

Entonces, me agarra dolor de panza y me cuestiono como la desigualdad produce en cierta forma resignación. No me malentienda. No abogo por bienestar material, sino por dicha fundamental básica, las 3T, Tierra, Techo y Trabajo para una vida digna, promovido oportunamente por el MMTC, cuya lucha es bandera de muchos otros movimientos populares.

Sobrios, sin ser ascetas, livianos de equipaje para tener la mayor cantidad de tiempo libre y volcarlo socialmente” – Pepe Mujica

Retomando el reportaje, tenemos las siguientes cifras: » 4 de cada 10 ticos no tiene la capacidad de comer tres platillos balanceados al día»… solo 4 de cada 10 pueden pagar para realizar actividades físicas y 30% no puede cubrir sus gastos básicos», es decir, que necesidades básicas son irresueltas entre el gran grueso de la población. Podemos asociar esto con el desgloce de calidad de vida -señalado por las personas entrevistadas-, el cual se descompone así: para el 39% el bienestar físico es primero, luego le sigue el bienestar emocional mencionado por un 19% de la muestra, el material o financiero por 17%, y con menos porcentaje el bienestar social (11%), las oportunidades de desarrollo (10%) y el ambiental con tan solo 4%.

Interesante como el bienestar físico adquiere ventaja sobre el material. Podría extrapolar que la salud es una forma de tener acceso a trabajo y por tanto a lograr el bienestar material. No obstante, la distancia con el bienestar emocional apunta a que las personas entrevistadas poco lo relacionan con la salud física -escuela tradicional de la medicina. Por otro lado, no sorprende, según lo abordado párrafos arriba, que lo social y las oportunidades queden en tan bajos valores, ni mucho menos lo minúsculo del número relacionado con el ambiente.

Así, estos datos retratan de cierta forma 1. una escala de prioridades-rutas-aspiraciones que pueden servir para interpretar nuestra realidad 2. la desvinculación del ecosistema con lo individual 3. bien(estar)es desiguales de tiquicia, ya que estos componentes no son accesados ni cuali-ni cuanti-tativamente iguales en nuestro país. Para ilustrar, nuestro vendedor ambulante sí mejora su salud al correr; solo que no lo hace en el parque en su tiempo libre, sino cuando corre de la policía municipal: «de un modo es bueno que lo persigan a uno. No ve que así uno hace ejercicio. Uno nunca puede y cuando lo corretean a uno la cosa se pone buena» (citado en Sánchez, pg.6).

Hay mil y más puntos, relaciones, interpretaciones, explicaciones que no escribo. No pretendo dejarle con amargura en su corazón. No es mi propósito atizar la llama de la frustación o ser pesimistamente racional. Por el contrario mi deseo es que usted y yo repensemos y resintamos dónde estamos, cuáles condiciones nos colocan aquí, que agradezcamos nuestros bienestares, pero eso sí que recordemos en cada acción, lo dispar de nuestro nicho social y la imperativa necesidad de promover y exigir políticas públicas, tanto micro, en nuestro decálogo de vida, como macro, en espacios colectivos. Me gustaría que cada día frente a un vecino o vecina de este suelo que la está pasando duro, posemos nuestra mirada y busquemos explicaciones, establezcamos relaciones y sí estamos en posibilidad de hacer algo, lo hagamos.

El clamor por la equidad de bienestar debe perseguir un vivir bien digno, con derechos fundamentales cubiertos y con comodidad, no de tipo banal ni de consumismo voraz, sino nutritiva, en términos de salud, trabajo, vivienda, cuerpo y alma. Y en este rubro cada una y cada uno podemos contribuir.

Lo inevitable no se lloriquea. Lo inevitable hay que enfrentarlo. – Pepe Mujica

Advertencia: Anoto al final el enlace al reportaje; no obstante, los dueños del periódico requieren que usted se registre. Yo al menos lo leí en físico. Entonces tiene tres opciones 1. registrarse 2. conseguir el ejemplar con su vecino-a 3. sacar su ejemplar del cesto del reciclaje -si no recicla, pues le tocará quitarle la miada de perro o los restos de basura- 4. confiar en los datos que comparto. Le recomiendo todas menos la primera, salvo sí ya lo ha hecho.

Referencia

Sánchez, A. (2019, enero 13). Ticos: desiguales, pero contentos. La Nación. Tomado de https://www.nacion.com/revista-dominical/ticos-desiguales-pero-contentos/AUU367S535BVNGLQ4HHPE5ZHTM/story/

Autor: paOlabadillavargas

Latinoamericana con mañas de antropóloga.

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